Entrevista a Stephan Hausner

¿Qué es la medicina sistémica?

Para mí, una de las observaciones más importantes en el trabajo de las constelaciones con enfermedades es que una enfermedad no es un fenómeno personal. Muchas enfermedades sólo pueden ser entendidas cuando son observadas en un contexto más amplio. La medicina sistémica significa para mí que hay enfermedades que deben ser comprendidas ampliando el sistema y a través de este sistema más amplio se puedan abrir nuevos espacios para que surjan movimientos sanadores.

¿Qué es lo que te fascina?

Considero el trabajo de las constelaciones especialmente apropiado si los métodos buenos del tratamiento hasta ahora no muestran el éxito esperado. A menudo encuentro a pacientes que están en manos de médicos buenos y no obstante no mejoran. Muchas veces esto es una señal que detrás de la enfermedad actúan dinámicas familiares. Colaboro desde hace muchos años con una pediatra homeópata y, si no logra los efectos deseados con los niños, manda a sus padres a hacer una constelación conmigo. Muchas veces pasa que el remedio homeopático que antes no ha surtido efecto empieza a actuar de repente después de que los padres hagan la constelación. Lo que me fascina, sobre todo, es que este trabajo se dirige al poder de la auto-curación de los pacientes y lo ideal sería una actividad médica sin el uso de la medicación. En realidad, es una forma de medicina relacional o de encuentro.

¿Qué son enfermedades que con frecuencia tienen un origen en la dinámica familiar?

Creo que una enfermedad siempre tiene acontecimientos multifactoriales. Multifactorial significa que hay un componente físico, emocional y espiritual y probablemente también un componente familiar. Básicamente se puede trabajar para todas las enfermedades con las constelaciones aunque no es necesariamente útil para todas. Las constelaciones tienen sentido para las enfermedades crónicas tales como las enfermedades auto-inmunes, alergias, cánceres y cuando tratamientos buenos no muestren el efecto deseado.

¿Qué potencial tienen las constelaciones para el enfermo?

Para mí es fundamental reconocer que la enfermedad no es un fenómeno personal del enfermo pero que muchas enfermedades sólo pueden ser entendidas y ser tratadas si las considera en un contexto más amplio, como por ejemplo, de la familia. De esta manera los padres pueden aliviar a sus hijos. Una de las dinámicas más comunes en constelaciones con las enfermedades es aportar luz en la carga que los niños están dispuestos a llevar por amor a sus padres, es decir, los traumas no-resueltos que todavía se están viviendo en la familia.

¿Cuáles son los límites?

Un límite que tiene validez para todos los tratamientos médicos es que el trabajo sólo puede ser tan bueno como la persona que lo hace. No se trata sólo de la técnica, también se trata de la actitud y del trabajo corporal que, en mi opinión, no se tiene en cuenta suficientemente en las constelaciones. Mi ventaja es que llevo trabajando con kinesiología desde hace años. Así puedo sentir en el cuerpo del cliente si su cuerpo va con lo que expresa y lo que dice o no.

Otra observación que hacemos es, muchas veces, se tratan contenidos excluidos en las constelaciones y muchos síntomas recuerdan a contenidos excluidos de la propia biografía o de la historia familiar. El fondo de la exclusión es una sobre exigencia en una situación traumática en la que no se tuvo los recursos suficientes para enfrentar ese tema de manera buena. La exclusión así es una forma de auto protección para sobrevivir. La experiencia es que estos contenidos no resueltos no se callan pero se muestran en el cuerpo o entran en las generaciones posteriores como hijos o nietos y a veces se muestran a través de síntomas. En este sentido un límite importante es el cliente mismo: hasta qué punto es posible para el cliente abrir su corazón a lo que vive en la constelación. Finalmente, se trata de un proceso de integración.

También se tiene que decir que es un procedimiento paso a paso y un acercamiento a lo que antes fue experimentado como dramático y traumático. Se trata de la liberación de la fuerza que era ligada al trauma e, idealmente, esto que estaba ligado se convierte más tarde en un recurso especial.

¿Qué rol tienes tú como constelador en la constelación?

Cuando me puse en contacto con las constelaciones ya estaba firmemente convencido de que en los casos donde se realiza una curación se trata de auto sanación al final. Si se llega a este punto como médico uno tiene que preguntarse, ¿qué es lo que se puede hacer realmente para el cliente? Quizás, lograr crear un ambiente en el que las fuerzas de auto sanación surten efecto perfectamente, ese era mi deseo antes y cuando entré en contacto con las constelaciones, me di cuenta de que es un camino bueno para crear este ambiente de auto sanación con un grupo.

Al final, todo en el trabajo de las constelaciones es percepción y actitud. El constelador debe lograr que cree un ambiente con el grupo en el que cada uno sienta que pueda abrirse y que después nadie le juzgará por lo que ha salido a la luz. Esta es una gran responsabilidad del constelador. También tiene que dominar su técnica, necesita una buena percepción a la vez que debe estar con ambos pies en el suelo. Me gustaría añadir algo aquí. En mi opinión, el trabajo de las constelaciones tiene un problema: se puede constelar todo y siempre hay algo que sale. Y a veces los movimientos de los representantes pueden inducir a procesos traumáticos que luego exigen al cliente otra vez y vuelven a traumatizarle. El constelador debe estar formado para que tenga un contacto y una atención constante con el cliente, para que pueda preparar todo lo que la constelación muestra para el cliente pueda integrar lo importante. Entonces, por un lado el constelador prepara el campo al igual que un jardinero y promueve los procesos de crecimiento, por otro lado actúa como un mediador entre los eventos de la constelación y el cliente para que se pueda realizar un proceso de integración adecuado.

¿Hay alguna experiencia que te haya impresionado en particular?

Quiero compartir un caso de un hombre de 35 años que estaba sufriendo durante tres años de hipertensión arterial. Cuando le pregunté si ocurrió algo especial en su vida hace tres años, respondió que la empresa donde estaba trabajando, de repente, se declaró en quiebra y tuvo que encontrar un nuevo empleo, él confesó tener la sensación de que “le habían quitado la vida”.

Le pregunté si había sucedido algo en la relación con su padre. El paciente se puso de mala gana y dijo: “Cuando tenía 17 años, mi padre dejó a mi madre!”, le pregunté si se había enfadado con él: “Sí, porque tenía que tomar su posición”. Para no entrar en detalle de su ira escogí cambiar al nivel objetivo: “Frecuentemente, la dinámica familiar oculta de los pacientes con hipertensión es un amor que es o tiene que ser reprimida”. La declaración afectó al paciente: “Yo amaba siempre a mi padre, pero tenía la sensación de que no lo tuviera permitido porque había hecho mucho daño a mi madre”. En este punto, pedí al paciente que escogería tres representantes para su padre, su madre y él mismo. El paciente posicionó su representante al lado de su madre y el representante del padre un poco aparte de ambos. Cuando les pedí a los representantes que cedieran a sus impulsos, el representante del padre dio la espalda a su esposa y al hijo resignadamente. La impresión era que no tenía ninguna posibilidad con su esposa. El representante de la madre dijo que todo era demasiado y que su hijo estaba demasiado cerca. Hizo un paso claro atrás y se sentía visiblemente mejor con la distancia más grande. El representante del paciente, sin embargo, siguió inmediatamente. El representante de la madre respiró otra vez gravemente cuando su hijo estaba a su lado y dio varios pasos atrás. Cuando el hijo quería seguirla, lo miró con una mirada seria para dejar claro que no quería que la siguiera. Su historia familiar reveló que la madre perdió a su padre cuando tenía cinco años y con esta pérdida a la espalda le pareció difícil atarse con su familia y admitir cercanía.
Me dirigí al paciente y pregunté: “¿Quién era siempre el responsable de las dificultades de la relación de tus padres?”, me respondió de inmediato: “¡Mi padre!” Le di tiempo para reflexionar y volví a preguntar: “¿Y qué ves reflejado en la constelación?”, el paciente respondió: “¡Mi madre!”. Pedí al paciente que mirara a su padre y le dijera: “¡Querido papá, lo siento, yo no era libre!”, lloró cuando repitió la frase.

El representante del padre instantáneamente se acercó al paciente y lo abrazó. El paciente lloró en los brazos de su padre y tenía su mano a su corazón. Una y otra vez dijo: Me duele mucho. El representante de su padre lo agarró y le aseguró: “Es bueno, todo irá bien!”, la representante de la madre se sintió aliviada mirando al hijo en los brazos de su padre. Miró a los dos con buenos ojos. Al fin del curso, el hombre dijo: “Por mucho que me dolía el corazón en los brazos de mi padre, se ha resuelto algo. Ahora siento una ligereza que antes no había conocido”.

Ese caso mostró un cambio de la perspectiva que era absolutamente impresionante. Al inicio, el padre fue culpable y responsable de todo el sufrimiento y en la constelación pudo ver de que estaba relacionado con la madre porque ella había perdido a su padre pronto.

¿Existe una actitud sanadora? Si existe, ¿cuál es?

En muchos casos se trata de contenidos excluidos que son parte de la propia biografía o de la historia familiar. Mi impresión es que una persona ya puede entrar en establecer cambios de actitud mientras se abre a estos temas tabú, estos temas difíciles, traumáticos o pesados, desde una distancia segura, con buenos ojos, y los reconoce como realidades. Al final se trata de aceptar lo que ocurrió con las consecuencias que tenía. Muchas enfermedades surgen cuando uno se agarra a otra realidad diferente a lo que realmente la realidad era; si la lucha contra ella termina se abren nuevos espacios en los que los procesos sanadores puedan llevarse a cabo.

¿Qué rol desearías tú que tuvieran las constelaciones en el ámbito de la salud?

En la actualidad, me parece que es una gran tragedia el hecho de que se pueda escribir una historia clínica durante años o décadas en un país que se llama “desarrollado” sin que se plantee la pregunta de qué es lo que realmente sucedió en la familia. Cualquiera puede comprender probablemente que la muerte de la madre durante el propio nacimiento produce una emoción de culpa increíble en la propia vida que puede manifestar la aparición de una enfermedad o de síntomas. Mi deseo sería que un tipo de “masa crítica” sea logrado para que la enfermedad ya no sea vista como un fenómeno personal, sino tal vez como una dinámica familiar, y que, sobre todo, una forma de “educación para la salud” llegue a las escuelas para que los niños aprendan la importancia que una enfermedad puede tener en los sistemas familiares y cual sería su trato necesario.

Ahora mismo me ocupa el hecho de recoger términos que están asociados con la salud, según mi criterio. Las palabras que se me ocurren espontáneamente son identidad, autenticidad, vínculo y presencia. Para mí sería revolucionario si estos conceptos estuvieran presentes en las clases escolares en relación con la aparición de enfermedades y quizás también con la prevención de enfermedades.

¿Hay algo que te gustaría añadir que todavía no has dicho?

Para mí es un gran deseo que el trabajo de las constelaciones en el entorno de “Salud y Enfermedad” ocupara su lugar, que las posibilidades puedan ser exploradas y los límites se reconozcan tal y como tiene lugar en la terapia. También quiero dar las gracias a Bert Hellinger por abrir el camino hacia este método.
¡Muchas gracias a Stephan Hausner por esta entrevista!

Fuente

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Psicopedagoga y Terapeuta sistémica
Miembro Titular de la AEBH, Formada en Hellinger ciencia, Pedagogía Sistémica CUDEC, Gestalt, Diafreoterapia y en Constelaciones Familiares y Trauma.

Inscrita en la Fundación Tripartita, colaborando con Cooperativas y Asociaciones
Terapia y Formación